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“Fui un lector precoz, ávido y compulsivo”: José Ignacio Valenzuela [Entrevista]

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A raíz de su libro Mi abuela la loca (Alfaguara), su autor José Ignacio Valenzuela realizó la promoción de su obra en nuestro país, por lo que pude entrevistarlo y a continuación te reproduzco nuestra charla:

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Jorge Iván Garduño (JIG): ¿Cómo definirías tu niñez?

José Ignacio Valenzuela (JIV): Solitaria, muy solitaria. De hecho, yo no quería ser niño. Yo quería ser pronto adulto. Me rodeaban muchos libros y mucho cariño familiar. De hecho, mi familia siempre fue mi gran cómplice: ellos me regalaban permanentemente libros que yo leía y atesoraba como si fueran amigos. Hoy en día, a mis cuarenta años, me siento por fin mucho más niño de lo que me sentí cuando tenía realmente la edad para serlo.

JIG: ¿Podrías afirmar que fuiste un lector ávido y precoz? O ¿todo lo contrario?

JIV: Fui un lector precoz, ávido y compulsivo. Recuerdo que debo haber tenido como 3 años, y mis papás me regalaron un tocadiscos con los discos en pasta de los cuentos de Walt Disney. Lloré horas infinitas porque yo no quería discos: yo quería los libros. Y la explicación que di, fue que no iba a guardar discos en mi biblioteca.

JIG: ¿Cómo dirías papalote sin usar las palabras rombo o papel?

JIV: Digamos que esa pregunta me vi obligado a contestarla yo mismo cuando estaba escribiendo “Mi abuela, la loca” y Petunia, la abuela loca, le hace esa misma interrogante a su nieto Vicente. Estuve como dos horas mirando por la ventana, tratando de conseguir una respuesta que fuera estética, poética y al mismo tiempo simple. Después de mucho pensar surgió una que me dejó satisfecho: “Papalote es un parche de color cosido en la piel del cielo”.

JIG: ¿Cómo te defines como escritor?

JIV: Todoterreno. Más que definirme así, así es como me siento. Un escritor que puede escribir bajo cualquier circunstancia, en cualquier lugar, y que no le tiene miedo a explorar territorios desconocidos de creación. Me tomó años conseguir este estado de definición.

JIG: Eres un exitoso escritor chileno, que escribe guiones, libros y un sinfín de textos de suspenso y románticos ¿por qué?

JIV: Porque escribir es lo único que sé hacer. Y para mí escribir no es un trabajo, un hobbie o un oficio de medio tiempo. Escribir es mi vocación más absoluta, es la razón por la cual me levanto todas las mañanas a pensar en gente que no existe. Me gusta el proceso creativo de inventar historias. Digamos que me obsesiona. A tal punto que puedo ser absolutamente trabajólico y obsesivo con el texto que estoy creando.

JIG: ¿Te imaginas dedicándote a otra cosa que no fuera el proceso creativo relacionado con la escritura?

JIV: La verdad, no. Me apasiona mucho, más que cualquier otra actividad que puede formar parte de mi rutina. A veces he pensado en qué pasaría si por alguna razón se me mueren las neuronas, o me quedo sin ideas y pierdo mi capacidad de escribir. No sé hacer nada más. Más me vale que la musa siga siendo generosa conmigo.

JIG: ¿Qué tiempo te tomó escribir “Mi abuela la loca”?

JIV: Fue un libro que escribí en muy poco tiempo. De hecho, creo que es el libro que he escrito más rápido de todos. Me tomó alrededor de dos meses. Por lo mismo, creo que “Mi abuela, la loca” comencé a trabajarla y a armarla en mi mente mucho tiempo –años incluso- antes de sentarme frente al computador. Hace muchos años se instaló en mi mente la idea de escribir sobre una abuela algo excéntrica y poeta.

JIG: ¿Con cuál de tus personajes de los muchos que has creado te identificas mejor? ¿Y por qué?

JIV: Me identifico mucho con Diego, de “El filo de tu piel”. Digamos que a ese personaje le presté mucho de mi propio pasado, de mi manera de pensar, de mi forma de mirar el mundo. De hecho, mucha gente creyó que era una historia autobiográfica por las similitudes que había entre Diego y yo. Pero no era así. Simplemente armé ese personaje a partir de mi propio cuerpo y creencias, y le inventé una historia triste y dolorosa.

JIG: ¿Te has planteado incursionar en un género literario novedoso para ti?

JIV: Siempre estoy buscando nuevas maneras de expresar y de desarrollar las ideas que tengo en mente. Eso significa que estoy permanentemente incursionando, por decisión y voluntad propia,en formatos inéditos para mí. De esa manera he hecho radioteatro, webseries, webisodes, novelas, teatro, telenovela, cine, cuentos, y todos los géneros que existen.

JIG: Tus próximos libros ¿sobre qué hablarán?

JIV: Te puedo contar sobre el próximo libro que estoy empezando a desarrollar: será un drama realista, algo bastante novedoso dentro de los temas que siempre escribo. Estoy dándole vida a una historia de dos amigos, cruzada por la muerte, la tristeza y la pérdida. No sé por qué, pero luego de reírme tanto escribiendo “Mi abuela, la loca” creo que exploraré el dolor y el llanto. No me gusta repetirme entre proyecto y proyecto. Por lo general una vez que termino uno, hago algo totalmente opuesto en el siguiente.

Muchas abuelas son soñadoras, escriben poemas, incluso usan sombreros verdes de plumas… pero pocas se atreven a participar en concursos de poesía, implantar la semilla de la literatura en sus nietos y realizarse a través de ellos, haciéndolos crecer y tejer un hilo de continuidad entre las vidas de ambos mediante la escritura. Petunia es la abuela de Vicente, que de loca en realidad tiene muy poco, más bien sus extravagancias se ven matizadas por sus genuinos intereses, de modo que no es difícil identificar a nuestras propias abuelas con la que este libro retrata.

Jorge Iván Garduño

@plumavertical

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“El resto es silencio”, de Carla Guelfenbein

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El resto es silencio (Alfaguara), de la escritora chilena Carla Guelfenbein, es una historia de vida, amor y redención, ya que parte de un hecho casi por antonomasia: todas las familias esconden un secreto, y esta no va a ser la excepción.

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Tommy, un niño sensible y muy particular, se ha propuesto averiguar el de la suya: la verdad sobre la muerte de su madre. Juan, su padre, temeroso de que la realidad lo hiera, ha construido para ambos una coraza que los resguarda del dolor, pero a la vez los separa de la vida. Esa que Tommy está ansioso por abarcar y sentir. Alma, la actual mujer de su padre, cansada de vivir junto a un hombre que elude los sentimientos, se deja arrastrar por la pasión de un antiguo amor.

Será una aventura excitante que a la vez le hará cuestionar los cimientos de su existencia. El mundo visto en primera persona a través de tres voces magníficamente conseguidas e identificadas. Un mundo, tres realidades. Una historia puzzle en donde no falta ni sobra ninguna pieza. La historia de Tommy, un niño de doce años enfermo del corazón, un personaje que cautiva desde la primera línea.

El resto es silencio “exploran” los recónditos de la vida familiar para descubrir una verdad mucho más abarcadora, intempestiva, descomunal, que dejará sin aliento a cada uno de los personajes involucrados en ella.

Carla Guelfenbein, una artista en toda la extensión, que nos cautiva con ráfagas de inspiración provenientes de lo más profundo de poética magistral, sin duda, una autora imprescindible.

Jorge Iván Garduño

@plumavertical

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“El día que me quieras” de Victoria Magno

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Sus palabras fueron como un relámpago de luz en esa oscuridad. Él notó el brillo de su mirada, ese brillo que antes creía haber visto, pero ahora era capaz de ver con toda claridad; el brillo del amor. Ella lo quería.

El día que me quieras cuenta la historia de Lupita y Richard, un noble inglés que huyó de su casa siendo muy joven. Durante años soportó los golpes de su padre para defender a su hermano, sin embargo, los dos tuvieron que huir cuando su vida se vio amenazada por su otro hermano, Harold que quiere apoderarse de la herencia. Después de buscar un lugar para establecerse, llegan a Veracruz, donde conocerán a Lupita, una hermosa mujer morena. ¿Serán capaces de aliviar sus penas y encontrar el amor?

Con El día que me quieras (Vergara), Magno crea una novela en la que la fuerza humana no puede quedar de lado, siendo una energía tan poderosa con influencia en las mentes y cuerpos que forman parte sustancial del relato y de los protagonistas.

Una novela que nos habla de seres atrevidos, valientes, que a pesar de tener paralelismos con obras de la literatura mundial que la han precedido, dejan una huella imborrable en la mente de los lectores al emerger figuras arquetípicas de lo salvaje, y lo violento, personajes con claroscuros que no tiene lugar en la sociedad a pesar de la hermosura física o moral que pudiera poseer, pero en su vida misma deberán soportar el peso por la existencia misma.

Una novela que despertará múltiples análisis freudianos, una obra compleja y vehemente donde la autora explora el amor, la sinceridad, lo pasión y el arraigo con la finalidad de romper el silencio de nuestra voz humana para liberar los verdaderos sentimientos del alma.

Un texto lúcido, honesto, conmovedor y por demás recomendable, con la que nos deleitaremos al ser cómplices junto con Victoria Magno –la autora quien es de origen chileno y radicada en México desde su infancia– de un asombroso relato.

Jorge Iván Garduño

@plumavertical

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Allí, donde se amontonan tantos huesos sin nombre

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Una portentosa novela póstuma titulada 2666 (Anagrama, 2004), vuelve a convertir a México en el centro de atención del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003); el país en el que pasó los primeros años de su largo exilio.

México nunca dejó de ser escenario de sus fabulaciones; seducido por sus habitantes, por la furia de éstos y su desparpajo para vivir la vida, muestra de ello es su mítica novela Los detectives salvajes:[i] <<La gran novela mexicana de su generación, expresión del desarraigo literario visceral de los latinoamericanos>>.

Con 2666, Roberto Bolaño escribió la obra más ambiciosa de su carrera no sólo por su extensión –alcanza las mil 128 páginas en un único volumen–, sino por el tema mismo: los asesinatos de mujeres al norte de nuestro país.

2666 es una fecha, una fecha inscrita en una lápida póstuma, que, <<se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975,[ii] sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo>>.[iii] Una lápida, pero una lápida colectiva, que no por casualidad está erigida en la ciudad fronteriza de Santa Teresa, que no es otra que Ciudad Juárez, en el desierto de Sonora, allí donde se amontonan tantos huesos sin nombre.

La novela está dividida en cinco partes, en la que la sombra de un escritor llamado Benno von Archimboldi, seudónimo de un escritor alemán, parece atravesar la historia negra del siglo XX sólo para llegar a la frontera de México con Estados Unidos, donde hay quien dice que ha sido visto.

En la primera parte, cuatro críticos literarios buscan a Archimboldi en sus textos mientras enredan sus vidas, para al fin descubrirlo por las calles de la ya mencionada Santa Teresa, o Ciudad Juárez, da lo mismo. En la segunda, esa misma ciudad ve transcurrir la vida del filósofo Amalfitano –chileno como Bolaño, profesor en la improbable universidad de Santa Teresa, padre de una hija española, también como Bolaño–, donde recuerda a la esposa que lo dejó y piensa cómo sacar de allí a Rosa, su hija adolescente, ante el miedo del contexto social del lugar. En la tercera parte, Fate, periodista deportivo, llega a Santa Teresa para retransmitir un combate de boxeo, pero termina involucrándose en la investigación de los crímenes contra mujeres que ahí están ocurriendo. >>Es el hilo que lleva a la cuarta parte, la de los crímenes, el verdadero pozo negro de la novela: la despiadada y extenuante sucesión de fichas sobre esos asesinatos, y su inútil investigación>>. En la última parte surgirá de nueva cuneta Benno von Archimboldi “sólo para llegar a Santa Teresa” y lapidar la historia del siglo XX, con toda su infamia y todos sus horrores.

2666 está escrita contra la muerte. Quiero decir que está escrita en contra de la muerte, en una serie de relatos encadenados en espiral que, en su inexactitud, sus silencios y su incompletitud, provocan esa sensación de abandono a los crímenes, al dejar de existir, como declara uno de los personajes de la novela: “Nos hemos acostumbrado a la muerte”.

A partir de enero de 1993 comenzaron a contarse los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, cuando en un descampado una niña de trece años –porque eso es lo que era– apareció muerta. <<Pero es probable que no fuera la primera muerta. Tal vez por comodidad, por ser la primera asesinada en el año de 1993, ella encabeza la lista. Aunque seguramente en 1992 murieron otras. Otras que quedaron fuera de la lista o que jamás nadie las encontró, enterradas en fosas comunes en el desierto o esparcidas sus cenizas en medio de una noche, cuando ni el que siembra sabe en dónde, en qué lugar se encuentra>>.[iv]

Quince años han transcurrido desde la aparición del primer cadáver, las autoridades no dan respuesta a tantas interrogantes que surgen y de las que la población exige. La opinión pública no quiere pensar mal; sin embargo el accionar de los altos mandos deja mucho que desear. Por citar sólo una de las “hipótesis” de investigación, decimos que, con el creciente auge en la década de 1990 de los denominados videos snuff,[v] este mercado ilícito ha crecido en proporciones alarmantes, y en los Estados Unidos genera miles de millones de dólares al año y en el resto de los países adquiere cada vez más fanáticos; por ende a muchos beneficia que no se denuncien este tipo de actos ni mucho menos que salgan a la luz pública.

¿Quién puede estar cometiendo tantos asesinatos en aquella ciudad de la frontera, en la que los derechos humanos no son los mismos para los que están al norte del río Bravo en comparación con los que viven al sur? Definitivamente no es un solo asesino.

¿Quiénes pueden cruzar libremente por aquel lugar y no ser señalados? ¿Por qué ni el gobierno mexicano ni el FBI han resuelto nada? ¿Qué secreto se esconde?

En 2666,[vi] Bolaño demostró que podía escribir como nadie o como quien quisiera, combinar la reflexión más abstracta con la más arrebatadora acción en el escenario de la mexicana Ciudad Juárez –disfrazada de Santa Teresa–, con su violencia y sus crímenes sexuales en contra de cientos de mujeres, en los que, como dice un personaje, “se esconde el secreto del mundo”.

Roberto Bolaño fue narrador y poeta; se impuso como uno de los escritores latinoamericanos imprescindibles de nuestro tiempo, <<el más influyente y admirado novelista en lengua española de su generación. Su muerte, a los cincuenta años, es una gran pérdida para la literatura>>, comentó Susan Sontag a los pocos días de fallecer Bolaño.

2666, un asombroso alarde de audacia y de poderío narrativo, donde se mezclan “los moldes y esencias de la mejor narrativa europea y americana para proponerse como una nueva y revolucionaria modalidad de novela total, que combina rasgos de relato detectivesco y de poema épico, de novela de artista y de novela filosófica, de fantaciencia y de reportaje periodístico, entreverado a una frondosa meditación sobre el mal y sobre la muerte, sobre la literatura y la insignificancia y el olvido”, esto en las atinadas palabras de Ignacio Echevarría y que comparto con él.


[i] Premio Herralde de Novela y Premio Rómulo Gallegos; ambos por unanimidad.

[ii] El autor hace referencia a estos años por los sucesos históricos que tuvieron lugar en ellos.

[iii] Amuleto, Roberto Bolaño, 1999, pp. 76-77.

[iv] 2666, Roberto Bolaño, pág. 444.

[v] Son grabaciones de asesinatos reales o de ejecuciones, violaciones, mutilaciones y todo tipo de actos sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco en contra de personas.

[vi] Premio Salambó 2004.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
jorgeivangg@hotmail.com
 
Este texto ha sido publicado en:
 
Revista «Molino de Letras» noviembre-diciembre 2008.
 
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