Archivos Mensuales: enero 2011

El repudio: alucinante relato de una historia inconfesable

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¿Qué hace al hombre… hombre?, o ¿a la mujer, mujer? Esta es una pregunta que en realidad se ha formulado decenas de veces y hasta se ha procurado dar una contestación razonable quizá millones de ocasiones; muchos podrían tener una respuesta en primera instancia.

Antes de dar alguna opinión, revisemos las aristas que este cuestionamiento nos proporciona realmente a través de una de las áreas por excelencia que ahonda en las preguntas esenciales y que busca descifrar la naturaleza del ser humano, me refiero a la literatura, una manera artística que nos asiste en la exploración de universos diametralmente contradictorios e insondables llanamente, pero que también nos permite penetrar en los rincones de la realidad diaria.

Y es en el trabajo literario donde encontramos un relato que nos deja reflexionar, contemplar y hermanarnos sobre los problemas relacionados con el creciente deterioro cultural de los países árabes en materia de desigualdad de género, mediante el sencillo manejo del lenguaje en una temática desmitificante del hombre-hombre y la mujer-mujer, situación que nos obliga a estar con los sentidos bien atentos.

Esta obra literaria a la que me refiero es El repudio, novela que data de 1972 y que representa una de las obras más famosas de Argelia y de la literatura magrebí, escrita originalmente en idioma francés, y en la que su autor, Rachid Boudjedra (Argelia, 1941), nos permite observar la sexualidad desenfrenada de las naciones del norte de África.

Con un manejo estilístico de conciencia ideológica, Boudjedra nos expone la terrible irrupción de la cultura del despojo en el país argelino, que está acompañada siempre de una petulante hipocresía, y sobre el horror que una vana superstición puede suscitar en la vida de más de una persona.

Los personajes de esta realidad transformada en literatura, se caracterizan por las sombras que proyectan metafóricamente fuera de la habitación, mientras que la luz del mundo del exterior, del que se esconden o han sido expulsados dos amantes, reposa en la piel de ellos al ser proyectada por la mirada perdida de sus ojos, producto de la infancia que le fue robada a una mujer.

Todo lo anterior es la escena primordial de un relato que vierte un joven argelino en un pequeño cuarto a su amante francesa, quienes serán cómplices de una historia reveladora de los engranajes que mueven al terror a cientos de miles de hombres y mujeres que se encuentran en situaciones en extremo similares.

Esta obra en la que la ficción queda a un lado, procede de una realidad creciente que aborda asuntos relacionados con preocupaciones humanas, temas de violencia, descomposición del tejido social, segregación sexual; sembrando y provocando horror en una nación en crisis y desfiguro ideológico durante las últimas décadas.

Por todo lo expuesto, podemos expresar que el relato que hace un joven a una mujer, más que una memoria de hechos, es el sometimiento filosófico que empuja a un hombre a reconocer el valor femenino a través de un monólogo histórico, permitiéndose ambos alcanzar su madurez y, a través del diálogo y no del sexo, acceder a su identidad masculina, revalorando a su interlocutora en un gesto de honor.

Finalmente, el eco de esta novela resuena de forma estridente en el cuarto cerrado en que se suscita, inundando las calles de la ciudad donde habita la inusual pareja, desbordándose la historia por todo Argelia hasta alcanzar el cabo de Buena Esperanza y de ahí penetrar en tan serena y oscura noche a todos los corazones del mundo.

Rachid Boudjedra, un brillante narrador argelino que utiliza la escritura como instrumento de lucha.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
jorgeivangg@hotmail.com
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Gonzalo Soltero, escritor de invenciones dignas de la tradición realista contemporánea

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La exploración de diversos aspectos de la realidad a través de la creación literaria se entiende como una consecuencia natural del ejercicio intelectual, no como un fin, ya que se escribe para comprender o analizar lo insospechado, y no percibiendo el mundo con la finalidad de escribir.

De este modo, el escritor mexicano Gonzalo Soltero (Ciudad de México, 1973) construye un universo fenomenal, partiendo de la base que a cada línea que se va conformando se develan frente al autor nuevas lecturas de la cotidianidad de la vida, que recrean lecturas multifacéticas no previstas al inicio de la redacción de un texto, haciéndolo único y versátil.

Tomando en cuenta que la narrativa mexicana durante el último siglo ha sido básicamente realista y que la fuente de la que se ha nutrido es La Revolución, Soltero conforma su obra usando los elementos que su entorno le brinda.

Rompiendo con la idea de lo “real” y lo “irreal”, –ya que la tradición nos marca que todo aquello que no aparece en los diarios es ficticio–, el autor sortea el intrincado obstáculo de la realidad para recrear una historia de ficción en un plano verídico, y así exponernos a invenciones dignas de la tradición realista.

En Sus ojos son fuego, un científico de nombre Adrián Ustoria se sumerge durante tres días en un juego apocalíptico en el que el ser humano toma su primigenio y eterno papel de subir como ciego a la cumbre del conocimiento y a través de la razón crear el elemento que debería salvar a la humanidad, pero en este caso contemplaremos un revés con tintes realistas que se vuelca en un experimento fatal.

De manera violenta, Gonzalo Soltero procura estremecer al lector con una narración sustentada en hechos científicos y alimentada por la imaginación desbordante del autor, que al utilizar un suceso que puede ser más real de lo que la ilusión supone, fija la atención con lógica buscando ese detonante que nos catapulte a la fantasía.

Sus ojos son fuego, ganadora del Premio Nacional de Novela Jorge Ibargüengoitia 2003, texto en que Soltero propone una magistral tesis, donde una de las ciudades más pobladas del planeta se ve tomada por sorpresa ante un desquiciamiento general de sus habitantes, producto de las sustancias químicas de la contaminación a las que están expuestos a diario los ciudadanos de la metrópoli, por ser el mismo aire que respiran.

Las escenas más dramáticas transcurren en el interior de un laboratorio de cierto instituto universitario de prestigio nacional, donde el profesor Ustoria realiza experimentos alterando el comportamiento y agresividad de los animales utilizados para sus propósitos, mientras que el caos, la violencia y las fuerzas oscuras que circundan las calles de la Ciudad de México se apoderan de las miradas de las personas, por lo que el protagonista supone que el medio comienza a modificar el comportamiento de la población.

Con esta tesis y elementos magistralmente socorridos en Sus ojos son fuego, Gonzalo Soltero escribe una novela con tintes tan reales, lógicos y creíbles, que se convierte en una invitación para que todo buen lector reconsidere si el comportamiento humano no estará más bien supeditado al entorno donde el sujeto vive y se desarrolla habitualmente.

Sus ojos son fuego, un thriller con aristas de fantasía y percepción proverbial que hay que leer.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
jorgeivangg@hotmail.com
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Monsil, un trágico grito de vida a través de los ojos «inocentes»

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Los conflictos y las guerras entre los pueblos y naciones han persistido en la historia de la humanidad, por siglos, más que generar un clima de estabilidad, han generado destrucción, hambre, pobreza, marginación y la desintegración o la transformación de la vida de millones de familias afectadas por las armas.

El caso de la Guerrade Corea es un ejemplo ilustrativo de lo que hablo porque dejó miles de muertes, decenas de desaparecidos, rencores arraigados e insuperables y una larga lista de huérfanos, viudas y mutilados física y moralmente que intentan reconstruir una tranquilidad con la que han soñado desde que su pueblo se estableció en la península coreana.

Este hecho significativo impuso una profunda marca en las generaciones posteriores a este suceso; incontables relatos nos hablan de las secuelas grabadas en las entrañas de la sociedad de aquella parte del planeta, que se mezclaron con las vivencias y carencias de hombres y mujeres que alzan la voz en contra de la violencia hacia el género humano.

Uno de los escritores más representativos sobre este intrincado tema -por lo que representa en materia de intereses nacionales-, es Kwon Jeong-saeng (1937-2007), un autor que a través de una escritura lúcida y sencilla, nos sumerge en la vida de sus personajes salidos de la realidad misma, para aventurarse en fuertes análisis generacionales a través de una visión humilde.

Jeong-saeng deja constancia de los estragos que la guerra produjo, y mediante el manejo literario recrea ambientes marginados e imbuidos en el trastorno degradado de la guerra, retratando los trágicos efectos que se originan por las diferencias ideológicas y al sobresalto de la conflagración.

De lo anterior, Kwon hace un fino análisis de la desigualdad y marginalidad en la que viven ciertos habitantes de un poblado de sur-corea, situándonos en la vida de una niña de siete años que se enfrenta a los horrores de la guerra, todo ello en una novela brutalmente honesta, que puede ser considerada un cuento breve o un relato infantil dirigido a los mayores: Monsil.

Y es que esta obra es además, el desdoble personal de un hombre que quedó marcado por el trance bélico más sangriento posterior ala Segunda GuerraMundial, y lo que hace es perpetuar un suceso en forma de literatura para gritarle al mundo que todos somos culpables, ya que la niña de nombre Monsil observa con inocencia el desfilar de conflictos que la terminan involucrando a ella, aún sin quererlo, situación que al lector lo pone en un lugar desfavorable.

Una mirada infantil como la de ella, no capta en su plenitud y verdadera realidad lo que sucede, es aquí donde Jeong-saeng nos arrastra hasta las puertas del hades al asumirnos como testigos presenciales de sucesos que una menor de edad no comprende, pero que nuestra condición de lectores nos permite a nosotros entender lo que Monsil no advierte; circunstancia que nos involucra como silenciosos cómplices.

La agudeza intelectual esgrimida por Kwon Jeong-saeng en Monsil, no es equiparable con la verdadera sinrazón de una guerra, pero sí es un acto de estoicismo que permite que cada vez que aparezca un episodio de brutalidad similar, si bien no puede ser evitado, por lo menos sea censurado y permita que se alcen cientos de voces en contra; por encima de intereses políticos.

Monsil, una pequeña niña que deja ver la belleza de la vida en medio de un desierto de horror y el valor del amor a pesar de que la brutalidad corrompa la inocencia de un niño.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
jorgeivangg@hotmail.com
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Un sueño fantástico, la literatura de Francisco Tario

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Durante la época posrevolucionaria, México comenzó a escribir una nueva página dentro de su historia, los años revolucionarios habían terminado y con ellos la convulsión del país vivida años anteriores comenzaba a quedar atrás, sin embargo, las secuelas que dejó se reflejaron en la vida nacional perdurando por varias décadas.

La generación que vivió, creció o nació en el periodo de 1910-1920 estuvo fuertemente influenciada por los problemas de orden interno que confrontó el país durante aquellos años; políticos, arquitectos, empresarios, campesinos, todos ellos tuvieron presente en su vida diariala Revolución Mexicanay sus múltiples rostros de caos y violencia.

Pero una de las áreas que dejó mayor constancia sobre el hecho revolucionario ha sido la literatura, que convirtió la Revolución en núcleo generador de importantes obras, y no sólo en ser un recurrente tema literario, que sirvió a intelectuales como guía para no desorientarse en el férreo camino de búsqueda/encuentro de la identidad nacional, que corría el riesgo de extraviarse por el uso y abuso de las armas.

Esta literatura, principalmente publicada a partir de los años cuarenta, conjugó magistralmente los elementos sobre los asuntos de carácter social con un enajenamiento plasmado alegóricamente, en el que el mundo de los vivos se mezcla con el de los muertos en fragmentos de un doloroso trance en una época decisiva de la vida de México.

Esta forma de expresión la cultivó admirablemente Francisco Tario, seudónimo con el que se le conoció al autor mexicano cuyo nombre verdadero en vida fue Francisco Peláez (1911-1977), él creó un mundo propio, alucinante y lleno de una carga emocionalmente simbólica, que le permitió escribir relatos y cuentos fantásticos con los que procuró desmitificar la relación del hombre con su naturaleza.

En sus obras, Tario otorgó de características únicas a objetos, animales y a personajes espectrales, ya que este autor dotaba de habla a seres inanimados o prorrumpía violentamente con la fuerza de la psicología en la mente del lector al describir escenas con gran simbolismo, con la finalidad de cuestionar la vida del ser humano en un tono intimista.

El contenido que aborda dentro de sus relatos comprende la restricción sensorial del hombre para distinguir la grandeza del universo que lo rodea, pero sin dejar a un lado el sentido del humor, de lo extravagante, lo insólito y lo desconocido, temas que le permitieron alejarse del tradicionalismo de otros autores contemporáneos a él, por esta razón ha sido valorado y considerado, tardíamente, precursor dentro de la narrativa fantástica mexicana.

La construcción de mundos alucinantes enmarcados en un ambiente nocturno, sensual, grotesco o macabro, son la constante obsesión en el trabajo literario de Francisco Tario, quien maduró como escritor a la par de Juan José Arreola y Juan Rulfo, arriesgándose en la innovación estética y dando al relato nuevas dimensiones.

La sombra de los no vivos rosa la superficie a manera de caricia de quienes la muerte no ha hecho presa, ejercicio que desdibuja la frontera de estos dos mundos que Tario nos permite casi tocar con los dedos de la imaginación y perdernos así en los confines en que la vida y la muerte conviven en un mismo sitio.

Francisco Tario, un escritor considerado marginal por no pertenecer, en su momento, a ninguna corriente literaria específica ni haberse integrado a grupo intelectual alguno, situación que le permitió desbordar su talento e imaginación de forma única y feroz.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
jorgeivangg@hotmail.com
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Mór Jókai, notable escritor húngaro de elevada calidad literaria

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Móricz Jókay es el nombre original del afamado escritor húngaro Mór Jókai (1825-1904), que a finales del siglo XIX desarrolló primordialmente su vasta producción literaria que se extiende a  110 volúmenes entre novelas, cuentos, poemas, ensayos, dramas y obras de teatro, lo que le permitió tener una increíble popularidad en su país y ser conocido en el extranjero, situación inusual para un autor de su nacionalidad en aquellos años.

Con alegría, sensibilidad y optimismo como elementos recurrentes dentro de sus obras, Jókai describe mundos exóticos alineados con la realidad cotidiana que se vivía en la sociedad húngara añadiendo matices irreales, de tal suerte que al lector no le es complicado percibir el juego de espejos falsos que se cierne por momentos ante sus ojos.

Su literatura está basada en los acontecimientos que afectaron a Hungría, como los sangrientos siglos de dominio turco, de donde parte para elevar, en ocasiones, el nacionalismo de su patria y en otros momentos exaltar a los patriotas en un canto de admiración y reconocimiento por la valentía que mostraron en la Revolución o contra la opresión austriaca.

Por lo general, los personajes protagónicos que recrea en sus obras, mantienen elevados rasgos de virtuosismo o vicios arraigados que nos hacen caer en la incredulidad y sospechar que han sido encumbrados muy por encima de los estándares terrenales, o caso contrario, el resto de los actores normalmente conserva una existencia real y común a toda vida humana, situación que nos brinda la dicha de contemplar la lucha encarnizada y perpetua entre la invención y lo existente.

La imaginación de Mór Jókai lo llevó a explorar universos fantásticos, por los que los jóvenes se han interesado en su prosa debido a la magia y misticismo de la que se valió, razón por la cual es considerado, erróneamente, el escritor de la juventud en su nación, pero Jókai no es solamente “el escritor de la juventud”, sino que es un literato de culto entre lectores maduros y experimentados que buscan obras interesantes.

El férreo simbolismo que utiliza es una de las razones por las que su lectura seduce, es atractiva y visual, porque guía nuestros pasos a través del misterioso laberinto de la imaginación           de un hombre que se identificó con la revolución social desde su muy temprana labor literaria, y que a pesar de haber terminado sus estudios en derecho, decidió abocar su vida a la escritura y pelear desde esa trinchera por sus ideales.

A mediados del siglo XIX, las obras de Jókai obtuvieron un auge vigoroso, aunado al hecho de que éste representó el periodo más productivo en la carrera del escritor, situación que fue de la mano con la remuneración económica, por lo que sus ingresos, siempre elevadísimos, le permitieron solventar un ritmo desmedido en ayudar a necesitados, lo que contradictoriamente lo llevó a debatirse constantemente en dificultades financieras.

Mór Jókai, además de escritor, se distinguió como político debido a su desinteresada entrega a la causa social, por la que luchó tenazmente y tuvo que enfrentar grupos opositores en el gobierno o en la sociedad húngara, pues por estar involucrados en ideales contrarios a los de él, Jókai ganó enemigos como ciudadano, escritor y diputado, posición que alcanzó en 1861 en el Parlamento de Hungría.

Un porfiado libre pensador que se mantuvo fiel a la causa de su país para dejar atrás los malos años, a fin de construir una nación sobre bases sólidas para levantar a un pueblo de lo que fue el esplendor reducido a cenizas por los excesos de terceros.

El Gran Cuentista Húngaro que legó historias increíblemente ciertas, Mór Jókai.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
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La filosofía esotérica postmodernista de Víktor Pelevin

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A partir de mediados de la década de 1980 ala fecha, el llamado telón de acero de la ex Unión Soviética ha desaparecido por completo, durante esa época la corriente literaria tomó un nuevo aire y comenzó su transformación a un pensamiento post-soviético, asociado al regreso de los autores rusos, que se encontraban en el exilio, a su país natal y que han propiciado gradualmente un cambio en el pensamiento ruso.

Esto dio pie a que surgiera una nueva literatura que tuvo como objetivo primordial el estudiar los males y patologías de la sociedad posterior a la perestroika, alcanzando niveles equiparables con el naturalismo filosófico de un extremo pesimismo y encargado de diseccionar cada parte de las manifestaciones de la vida rusa.

Este tipo de literatura fue calificada como negra y pornográfica, porque es una prosa neo-naturalista que condena al sistema y a la ideología soviética que llevó a toda una nación a conocer las dos caras de la moneda; sin embargo, los escritores han diversificado sus textos debido a la recuperación que Rusia ha mantenido en los últimos años.

Dentro de los cambios que ha tenido esta corriente literaria está la incursión de las nuevas tecnologías como el Internet, que abrió la caja de pandora para que apareciera un nuevo fenómeno: la literatura interactiva, que está representada por la prosa postmodernista en la que los autores reflejan nostalgia por la pérdida de confianza en su cultura, lengua y utopía nacionalista.

Víktor Pelevin (Moscú, 1962), es uno, sino es que el más, destacado representante de esta corriente literaria rusa y uno de los narradores más leídos dentro de la literatura postcomunista, quien maneja dentro de sus textos características del género de ciencia ficción, para construir de manera compleja una prosa que fusiona elementos de la cultura pop y de la filosofía esotérica.

Diversos niveles de comprensión dentro de sus novelas maneja, exigiendo del lector un alto grado de entendimiento de sus frases y de la estructura conceptual que propone, ya que a través del absurdo se vuelca en una relectura de la tradición literaria y de la historia de su país.

Pelevin escribe con una desfachatez e inteligencia inusual para la narrativa contemporánea actual, buscando descifrar la identidad rusa dentro de la tradición misma, en un intento de desmitificación brutal de su entorno para dejar constancia de lo absurdo que es el legado histórico.

Al utilizar recurrentemente el género de la ficción como algo verosímil, Pelevin nos adentra en un juego que puede resultar espeluznante, siniestro y desenfrenado, nos invita a la recreación de un mundo desquiciado, nada diferente del que conocemos habitualmente, pero en el que nos hace reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos o el resultado que la vida nos brinda al final de cada día.

La literatura de Víktor Pelevin está provista de múltiples lecturas e infinitas interpretaciones, debido a que el escritor prefiere que sea el lector quien dote al texto de significado motivando al pensamiento interactivo, donde es el escritor quien pone la idea y el lector quien permite que surja la reflexión, por ello éste opta intencionalmente por un diálogo difuso más que uno explícito.

Víctor Pelevin, quien estudió la carrera de ingeniero aeronáutico, es un escritor que ha mantenido constancia en su quehacer literario, situación que lo ha llevado a ser llamado orgullosamente el Nabokov psicodélico de la era cibernética.

Pelevin, un admirable escritor que no hay que dejar de leer.

Jorge Iván Garduño
Fotógrafo, escritor y periodista mexicano.
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Revista «Molino de letras» de Mayo-Junio 2012. http://www.facebook.com/photo.php?fbid=278141392279750&set=a.125734557520435.25938.125734250853799&type=1&theater
 
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