TEXTO PUBLICADO EL 1 DE JULIO DE 2017
En días pasados, el periódico norteamericano The New York Times publicó en su edición impresa un recuento de las mentiras que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha pronunciado en público desde que llegó a la Casa Blanca, apenas en enero pasado.
El repaso que el rotativo hace de las falsedades en que Trump ha caído desde el 20 de enero revela que en noventa y nueve ocasiones expresó, tuiteó o declaró mentiras, esto revela que dos de cada tres días, en promedio, el presidente de EEUU miente. Un dato abrumador que sólo se ha frenado durante su viaje al extranjero y algunos fines de semana de descanso en los que ha aprovechado para jugar al golf.
Entre las mentiras que Donald Trump ha dicho se incluyen en esta publicación sus declaraciones sobre la polémica prohibición de los viajes a los musulmanes, la asistencia pública a su toma de posesión, la relación con la OTAN, la guerra en Irak y la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales del año pasado.
El diario escribió: “El ascenso político del presidente Trump ha sido construido sobre una mentira: el lugar de nacimiento de Barack Obama […]. Su falta de veracidad también se ha convertido en el centro de la investigación sobre Rusia, un tema sobre el que James Comey, ex director del FBI, ha testificado bajo juramento respecto a las ‘mentiras evidentes de Trump’”.
Y añade: “Sin embargo, aunque las mentiras se han convertido en pan cotidiano, el país no debe dejarse convencer por ellas. Así que hemos recopilado casi todas las mentiras que ha dicho públicamente desde que juró su cargo”.
La compilación de estas mentiras, efectuada por The New York Times, ilustra la presidencia de Donald Trump, quien a base de mentiras somete a los suyos a una presión constante y desenfrenada. Suelta “la bomba” y obliga a su gabinete a recomponer los destrozos a su paso, generando incertidumbre a toda una nación y para el resto del mundo.
Recordemos lo que hizo su primer día como presidente al afirmar contra toda evidencia que no había llovido en la toma de posesión y luego, además, se jactó de que se trataba de la más multitudinaria de la historia, pese a las imágenes de la investidura de Barack Obama que desmentían dicha aseveración, por lo que comenzaron a generarse teorías sobre la realidad de Trump, y su postura de no reconocer el error.
Por desgracia, la mentira y el no reconocer el error son dos de sus características.
Sesenta por ciento de la población estadounidense considera que no es honesto; las falsedades se acumulan por decenas, sus tuits forman una cascada de tropiezos única en la historia presidencial, pero nunca ha rectificado. Se negó a ello tras acusar falsamente a Obama de haberle espiado y tampoco dio el paso cuando, para justificar su rebaja fiscal a los más ricos, sostuvo que EEUU es el país con mayores impuestos del mundo.
Pero no todo es rentabilidad política. Hay mentiras que se limitan a mostrar su enorme ego. Así ocurrió cuando se envaneció de haber sido el hombre que más veces ha salido en la portada de la revista Time con “14 o 15” apariciones, así lo dijo, siendo que la verdad es que ha ocupado ese espacio en 11 ocasiones, una cifra muy inferior a la de Richard Nixon: 55 veces.
La mentira no es ajena a los políticos, lamentablemente en nuestro mundo es algo que se da por sentado: “si eres político, eres un mentiroso”, y no debiera ser así, y si bien Donald Trump no tenía antecedentes de político, ya lleva más de la mitad del camino recorrido para ser reconocido como tal.