Archivos Mensuales: noviembre 2013

El amor y la locura de “El sótano del Ángel”, de José Adiak Montoya

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¿Cómo es estar loco? ¿Desequilibrado? Una situación muy complicada para cualquier ser humano, una condición desafortunada de dolientes que no dejan de sentir, imaginar, soñar, ni mucho menos amar, y es precisamente el amor el motor de la novela El sótano del Ángel (Editorial Océano) del joven escritor nicaragüense José Adiak Montoya (Managua, Nicaragua, 1987).

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¿Cómo es amar desde la locura? ¿Qué sentimientos se producen al interior de una persona desequilibrada mentalmente? El sótano del Ángel se desarrolla en Los Álamos, un pequeño pueblo que será testigo de las aventuras y desventuras del protagonista: Leónidas, un hombre que vive atrapado por sus culpas.

Y es que este personaje de El sótano del Ángel, que significó la primera obra en prosa de Adiak Montoya, se instaló en la mente del autor hasta que logró desterrarlo de ella con la publicación de la misma.

“Fue un personaje que flotaba en mi cabeza, que siempre vestía de negro, que se sentía culpable, estaba ahí cada día, tocándome el hombro”.

Siempre y en cualquier parte escuchamos la frase entre uno o dos amantes: me vuelves loco, sin embargo esto se vuelve tan real en la vida de Leónidas que seremos testigos de la tragedia que vive y cuáles serán las causas que lo empujan a la locura misma que comenzó el día en que conoció un “amor imposible”.

El sótano del Ángel, es una obra interiorista, donde la nostalgia por el pasado y el dolor por el futuro sin esperanza son evidentes

José Adiak Montoya,  a través de una pluma delineada, nos conducirá por un sendero oscuro y de personajes trastornados que bien brotan de la ficción a la realidad desde el primer párrafo leído.

La trama por momentos nos parecerá de lo más previsible, pero la resolución que toman los actores hará que sintamos al mismo tiempo por ellos, una simpatía y un desagrado imposible de expresar, sin embargo se creará el marco perfecto para que el desenlace de cada uno de ellos sea inimaginable y de lo mejor logrado dentro de la literatura centroamericana.

Conforme avancemos en la lectura, nos toparemos con un Leónidas un tanto insólito e incluso un tanto advenedizo, creando de Los Álamos una realidad conformada por dos caras sin fronteras: el cielo y el infierno, y en la que el mal es parte inherente de la trama.

Cabe mencionar que el primer trabajo publicado de José Adiak Montoya fue Eclipse (2007), un libro de poesía, pero desde su incursión en el mundo literario este joven nicaragüense ha sido considerado como una revelación en su país.

José Adiak Montoya, un claro ejemplo de la renovación generacional en las letras y de los escritores, que nos hace una invitación a una lectura de vida, de y descubrimiento.

Jorge Iván Garduño
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“Los años de peregrinación del chico sin color” de Haruki Murakami

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La decimotercera novela del escritor Haruki “el mago” Murakami (Kioto, Japón, 1949) ha generado grandes expectativas tras el éxito arrasador que ha obtuvo con 1Q84 (Tusquets Editores), por lo que el novelista –ya considerado de culto– vuelve con su puntillosa prosa en un relato que conjuga lo real con lo irreal.

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Los años de peregrinación del chico sin color (2013, Tusquets Editores) recoge la vida de Tsukuru Tazaki, un hombre que de joven sufre una cruel situación de parte de su grupo de amigos que le resulta traumática al grado de querer suicidarse, sin embargo la vida le ha preparado un destino más provisorio.

Con el paso del tiempo, la novia de Tazaki detecta que él sufre un asunto “no resuelto” por lo que deberá aventurarse en su resolución que lo lleva a tener que enfrentarse con sus examigos y con el mismo.

Tsukuru Tazaki nos recuerda a anteriores personajes de Murakami, sin embargo es interesante cómo el autor japonés nos adentra al mundo sombrío, bifurcado y repleto de sombras que descansan en sobre un paisaje convulso, divergente… pero adictivo que el Los años de peregrinación del chico sin color.

Haciendo gala de una prosa minuciosa, letárgica y cargada de meandros simbólicos, con el transcurrir de la historia nos adentramos al más puro mundo murakaniano en el que las figuras geométricas son una constante y el círculo el ejemplo más surrealista del inverosímil mundo de Tsukuru Tazaki.

En Los años de peregrinación… Murakami nos reitera que el flujo de conciencia es parte íntima de su obra, lo que permite que sus novelas contengan rasgos psicológicos que se confunden en la mente de quien pudiera ser cualquier hombre o mujer, en la imposibilidad de pretender vivir en la zozobra y la inseguridad de hechos moralmente cuestionables.

En definitiva la literatura de Haruki Murakami forma parte de diversas lecturas e infinitas interpretaciones, debido a que este autor utiliza la carga ideológica de Oriente maquillada con el pensamiento de Occidente, obsequiando al lector un muestrario de pensamientos abstractos que invitan a la reflexión, por medio de diálogos literarios abstractos más que explícitos.

Murakami redacta con tal desfachatez e inteligencia –inusual para la narrativa oriental actual–, que desmitifica brutalmente los clichés del siglo XXI al más puro estilo japonés.

Haruki Murakami, un lúcido escritor contemporáneo que irrumpió hace años en el mundo literario alcanzando ventas multimillonarias en su país y, por supuesto, fuera de él, que ha sido altamente criticado por su acercamiento con occidente, pero, sin lugar a dudas, de forma hipnótica envuelve al lector –occidental u oriental– con su obra por lo que ha sido llamado un “mago” de la ficción literaria.

Sin embargo, Los años de peregrinación del chico sin color recorre los mismos caminos andados tiempo atrás por Murakami, lo que podría preocupar para quienes han pensado que este autor merece un lugar trascendental dentro de las letras universales por lo que el próximo paso en su carrera será reinventarse en sus siguientes ficciones… y que no dudo que así será.

Jorge Iván Garduño
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“El plantador de tabaco”, un canto a la adversidad humana

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Este año la editorial Sexto Piso ha publicado una novela cautivadora que representa en su totalidad un homenaje a la literatura misma, me refiero a El plantador de tabaco, del escritor norteamericano John Simmons Barth (Cambridge, Maryland, 27 de mayo de 1930), y que está ambientada en su natal Maryland.

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La novela cuenta la historia de Ebenezer Cooke (basada en la historia de un poeta del mismo nombre), es un ilustre hombre que ha heredado una plantación de tabaco en la inhóspita tierra de Maryland de finales del siglo XVII, a la que deberá de trasladarse y hacer frente a las múltiples adversidades que dicha empresa le presenta.

Ingenuo de corazón, Ebenezer hace gala de su humor para escapar de la realidad muy al estilo de Don Quijote de la Mancha, y pone en práctica el curioso principio pedagógico de que para aprender algo lo mejor es enseñarlo, y es aquí donde comienza a desdibujarse el quijotesco heredero de tabaco.

Ebenezer Cooke sufre, un buen día, la inspiración poética que le causa una musa, y está decidido a convertirse en un gran poeta autor del primer poema épico sobre Maryland, por lo que se armará de cuaderno y lápiz junto a su tutor y ahora criado, Burlingame, quien hace un papel al estilo Sancho Panza.

En El plantador de tabaco, John Barth incorpora un fino análisis psicológico en la personalidad de sus personajes, aportando extraordinarios matices de una finura poco conocida en autores norteamericanos, detalles y situaciones que detallan una realidad insignificante en apariencia, pero que al verla de cerca gana riqueza y profundidad a través de su pluma.

El plantador de tabaco, obra excelsa y laberíntica, saturada de bellas emociones que alcanzan el borde de la consternación, un juego de máscaras finamente trazado desde las primeras líneas, que sólo nos demuestran que fueron escritas con una maestría e imaginación tan ciertas que llegan a lo profundo del corazón.

Convergen tantos elementos en esta aventura que dan pie a que el argumento y desarrollo de la historia confluyan frente a nuestros ojos, que los personajes cobren vida y compartamos sus emociones, y todo esto únicamente en una hermosa obra de arte escrita que alcanza la categoría de clásico contemporáneo.

John Barth, un escritor de novelas y relatos breves quien publico su primera obra, La ópera flotante, en 1956), que ha sido considerada como un texto influenciado por el existencialismo francés de Jean Paul Sartre y Albert Camus, y está narrada en primera persona por su protagonista, Todd Andrews, un abogado de Maryland que rememora en 1954 los acontecimientos que le llevaron, un día de junio de 1937, a tomar la decisión de suicidarse. La obra fue nominada para el National Book Award.

El plantador de tabaco, una novela que significa uno de los máximos intentos del ser humano por hurgar en los pensamientos y en las acciones del hombre en un ambiente colonizador, y que quizá Barth lo logra de manera inteligente y estoica, que junto con Cándido y el complejo mundo de El Quijote de la Mancha, recrean una trilogía total de la historia humana.

En definitiva, es la obra de Barth resulta ser para quienes les interese la literatura sagaz, inteligente y llena de meandros vivaces, ya que es un apetitoso territorio a la vista para los lectores más inquietos, ya que su fascinante universo literario esconde grandes destellos de lucidez y atracción de nuestro entorno.

Jorge Iván Garduño
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“Huesos en el jardín”, la última novela protagonizada por Kurt Wallander

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Como una forma de obsequio a los millones de fans que el escritor sueco Henning Mankell (Estocolmo, Suecia, 1948) ha cosechado gracias a su colección de novelas policiacas protagonizadas por Kurt Wallander publica la que se supondría sería –tal vez ahora sí– el último libro de este personaje detectivesco.

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Y es que se suponía que El hombre inquieto (Tusquets Editores) significaría la última aparición de Wallander, sin embargo ahora llega Huesos en el jardín (Tusquets Editores), la que se supone es un regalo para sus cientos de seguidores que deseaban una novela más de su mítico personaje que ha suscitado que la obra de Mankell haya sido traducida a 37 idiomas, ganado diversos premios y efectuado diversas adaptaciones para cine y televisión.

Considerado como uno de los maestros de la novela negra nórdica, Mankell inserta la historia de Huesos en el jardín previo a El hombre inquieto, lo que para los amantes de la saga supone un juego maestro de parte del autor sueco, sin embargo no profundiza esta obra como si lo han hecho sus antecesoras, pero la sobrada experiencia del escritor permite que sea un texto con un ritmo controlado tejiendo una interesante historia que sin duda le permite al lector no arrepentirse a leer las casi 200 páginas.

Huesos en el jardín se desarrolla en la campiña de Löderup, la que podría ser la casa de los sueños del protagonista, y será así, mientras Wallander deambula en el jardín inmerso en sus pensamientos sobre si comprar la casa o no, como descubre los restos una persona enterrada allí, para su sorpresa y luego de los peritajes correspondientes, resulta que el esqueleto encontrado presenta signos de ahorcamiento y lleva más de 50 años bajo tierra.

Wallander, Martinsson y Stefan Lindman se embarcaran en la investigación de un asesinato muy antiguo.

Una historia llena de contrastes y con demasiadas cosas por descubrir, en Huesos en el jardín, el lector tendrá la oportunidad de seguir la investigación de un maquiavélico descubrimiento.

Jorge Iván Garduño
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“La piel del tambor”, de Arturo Pérez-Reverte

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Publicada en 1995 por primera ocasión, La piel del tambor del escritor Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, España, 25 de noviembre de 1951) es traída en una nueva edición por la editorial Punto de Lectura, la obra que por mucho fue el detonante para que este autor exigiera un lugar preponderante dentro de las letras universales.

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La historia transcurre en Sevilla, dentro del barrio de Santa Cruz y en torno a la iglesia de Nuestra Señora de las lágrimas, un templo lúgubre que Pérez-Reverte ha creado en su mundo literario y entorno al que gira la rama.

Una novela tildada de folletín por algunos, sin embargo es una novela magistral y de la que muchas otras se han alimentado como bien podría ser El Código Da Vinci.

En La piel del tambor, un hacker informático se infiltra durante una fría noche en los ordenadores del Vaticano, dejando un mensaje en la mismísima computadora del Papa, un mensaje de auxilio sobre una iglesia en peligro, amenazada por intereses especulativos.

Es así como el padre Lorenzo Quart es enviado como agente de Roma a Sevilla para investigar el extraño caso. La situación se complica con la aparición de una serie de muertes “sospechosas” que hacen pensar en asesinatos y lo que irá encontrando a su paso Quart.

Como siempre sucede, una bellísima dama no puede faltar, y en esta novela no es la excepción, y aquí es donde Macarena Bruner, una aristócrata sevillana se alía junto a Quart con la finalidad de preservar la iglesia católica.

Con gran acierto, Arturo Pérez-Reverte crea una estupenda atmósfera policiaca desde la primera página, y que con maestría y humor, sostiene a lo largo de toda su obra, queriendo el lector conocer el enigma al tiempo que conoce datos detallados sobre la vieja ciudad de Sevilla.

Lorenzo Quart, más que un padre con mente lúcida, da la impresión de ser un soldado antes que estar al servicio de la iglesia, asimismo, Peréz-Reverte cuestiona doctrinas católicas como el celibato, al colocar a Quart en situaciones de “riesgo” con Macarena, una belleza seductora.

Con saltos en el tiempo, Arturo Pérez-Reverte analiza a la iglesia en el vórtice del siglo XX, plasmando a una sociedad sevillana mediante la composición armónica de su prosa, que admite que el lenguaje expresivo fluya con libertad de conciencia conforme avanza el texto, lo que le permite al lector adelantarse en una narrativa sorprendente.

La piel del tambor, una obra trascendental para entender la literatura de Arturo Pérez-Reverte y el boom de las historias policiacas en Hispanoamérica, escrita por un artista que rápidamente cobró notoriedad en el mundo literario.

Jorge Iván Garduño
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“Mi hermana y yo”, de J. R. Ackerkey

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Mi hermana y yo (Editorial Sexto Piso) es una obra que transgrede el pudor, irrumpe fríamente en la intimidad familiar para saciar la curiosidad del lector que fungirá como vil espectador, que escruta sin miramientos el cuaderno de redactado por J. R. Ackerley (Inglaterra, 1896-1967).

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El talentoso Ackerley ha dejado constancia de su calidad narrativa, como en el caso de este diario que nos ocupa, que es una clara invitación para adentrarnos en lo que fue su vida familiar, donde las máscaras caen y las buenas costumbres se derriban tras los muros.

Ackerley imprime vitalidad a su texto, mismo que se bifurca entre la realidad y la ficción, entre sombras alargadas y tétricamente frías que evocan la duda, el dolor y la decepción sin más recursos que la sensibilidad artística, que en ocasiones bien es retorcida y cínica.

Importantes ingredientes en este diario son la ira, el odio, la bondad, los remordimientos, sentimientos todos ellos que enriquecen el lenguaje simbólico y literal de Mi hermana y yo, donde el protagonista, Joe Ackerley mantiene una relación “Amo/Verdugo” con su hermana Nancy.

En Mi hermana y yo, somos testigos de un Ackerley cruel, retorcido, egoísta, hiriente y provocador, jugando roles de sometimiento y en el que será sometido, porque su humanidad le permite sacar a flote el remordimiento y la culpabilidad que nos recuerdan lo frágiles que somos.

Este escritor británico nos lleva a vislumbrar un mundo desconocido para muchos, pero maravilloso para quienes se adentren en la lectura de su obra única, ya que dejan ver la capacidad que Ackerley tenía para plasmar literariamente cualquier historia de manera cuidadosa, hilvanando palabra tras palabra, hasta conformar relatos cotidianos de su vida.

La obra de Ackerley deja de lado la ficción pura y procede a generar su arte a partir de una realidad creciente que aborda asuntos relacionados con preocupaciones humanas de todos los días, temas de violencia, descomposición del tejido social, segregación sexual, y todo a partir de la relación con su hermana.

Con un manejo estilístico adelantado a su época, Ackerley nos expone la terrible situación de su hermana y él, y de la sociedad que los rodeaba, ya que no puede dejarse de lado debido a que estaba acompañada siempre de una petulante hipocresía, logrando que el lector al finalizar la lectura quiera conocer más acerca de este enigmático y fino escritor.

Mi hermana y yo, un diario que eleva el alma humana.

Jorge Iván Garduño
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¡Tierra y libertad! [Opinión]

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Al comienzo de la segunda década del siglo XX, la inconformidad social con el gobierno del general Díaz y su política de reelección presidencial, favoreció para que diversos cabecillas, dieran comienzo a una lucha armada que se conocería como la Revolución Mexicana, que abarca desde el derrocamiento del presidente Porfirio Díaz pasando por la promulgación de la constitución de 1917 hasta el fin de la misma y con ellas el levantamiento de armas en 1934.

La dictadura, los pequeños propietarios despojados de sus tierras –en su mayoría indígenas– y librar al país de la <<nefanda oligarquía científica>> que venía absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, eran las principales demandas de la sociedad mexicana de ese entonces, que estaba encabezada por líderes y movimientos ubicados en las principales zonas de influencia.

El 20 de noviembre de 1910 el pueblo mexicano se levantó en armas en diversos puntos del país, al grito de “sufragio efectivo, no reelección” y bajo el mando de Francisco I. Madero comenzó una transición de la vida pública, privada, política y económica de México.

El levantamiento contra el latifundio y la dictadura de Porfirio Díaz comenzó una guerra civil que abogó por los derechos sociales y en el que estuvieron involucrados personajes emblemáticos, que además del “dictador Díaz”, tuvieron un papel importante en el curso de la historia.

Enrique Flores Magón, Ricardo Flores Magón, Jesús Flores Magón, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Aquiles Serdán, Carmen Serdán, Máximo Serdán, Victoriano Huerta, José María Pino Suárez, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, todos ellos en mayor o menor medida, afectaron el devenir histórico de lo que conocemos como la Revolución Mexicana.

Un movimiento que a 103 años de su inicio, más de uno continúa cuestionando el verdadero espíritu de la gesta promovido por personajes de la política mexicana de aquellos años, ya que el poder del que se quejaban algunos, cuando esos algunos tomaron el poder únicamente sustituyeron a personajes cuestionados, pero no sus políticas, clasistas que agravan recrudecen la opresión de los ciudadanos más pobres.

Por desgracia, como en otras naciones latinoamericanas, asiáticas o africanas, en nuestro país se viven marcadas diferencias entre pobres, ricos, muy ricos y excesivamente pobres, una situación que difícilmente con una Revolución como la iniciada en 1910 se podrá recomponer el rumbo.

El compromiso para sacar adelante a nuestro México debe ser de todos, ciudadanos y políticos por igual, ya que a nuestra sociedad le urgen mujeres y hombres prominentes.

Seamos esas mujeres y hombres que tengan el poder transformador en nuestra vida y en la de los nuestros para sólo así ser esos agentes de cambio que impacten de manera positiva a nuestra sociedad, no esperando que los otros hagan lo que –si bien deben hacer– nosotros podemos comenzar.

A 103 años de aquel inicio de la Revolución Mexicana, es tiempo de meditar sobre aquellos ideales impulsados por Madero, Zapata o Carranza, quienes plantearon las bases de nuestra gran nación, algo que debe servirnos de ejemplo para que desde nuestra trinchera replantemos las formas y los modos para aportar en la reconstrucción de la vida política, económica y social de México.

Jorge Iván Garduño
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“Dispara, yo ya estoy muerto”, de Julia Navarro

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La última novela de la escritora y periodista española Julia Navarro (Madrid, España, 1953) es una obra de múltiples personajes donde la historia es sólo el pretexto para exponer las verdaderas intenciones de ellos.

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Dispara, yo ya estoy muerto (Plaza & Janés) es una novela «donde los personajes priman por encima de cualquier otra consideración, una novela de arquetipos humanos, en la que las grandes pasiones que anidan en el ser humano van aflorando en distintos personajes a lo largo de la historia», esto en las palabras de Navarro.

Esta obra cuenta la historia de la familia Zucker, que fue expulsada a finales del siglo XIX de la Rusia zarista por su condición de judíos, y a su arribo a la llamada “Tierra Santa” decide adquirir la propiedad de los Ziad, familia árabe encabezada por Ahmed.

Entre éste y Samuel, patriarca de los Zucker, se creará un fuerte vínculo, una amistad que por encima de las diferencias religiosas y políticas se perpetuará generación tras generación.

Julia Navarro ha señalado que con en Dispara, yo ya estoy muerto ha buscado escribir sobre cómo los seres humanos «vienen al mundo con unas cuantas piedras en la mochila» y «cómo pese a esas piedras que los determinan —la religión, la situación económica por motivos familiares, la circunstancias históricas, etcétera— son capaces de coger las riendas de su propia vida e intentar cambiar las cosas».

Poseedora de una prosa dura, que desgarra el alma, Dispara, yo ya estoy muerto no es una novela histórica, simplemente la historia es el escenario, el marco para contextualizar el relato, documentando de manera sublime una historia de dos culturas escindidas.

La también autora de títulos como ‘La Hermandad de la Sábana Santa’ o ‘La Biblia de barro’ es una escritora que aboga por la paz entre israelitas y palestinos y denuncia el fatalismo en esta su novela Dispara, yo ya estoy muerto, un libro que no hay que dejar de leer.

Jorge Iván Garduño
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Memoria infinita [Opinión]

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El amor por la lectura y los buenos libros me fue inculcada desde que tengo memoria, y como mi memoria se hizo presente alrededor de los cuatro años, recuerdo cómo a esa edad mi hermana –quien es 12 años mayor que yo–, me leía algunos relatos y fábulas, y más tarde y en la medida de nuestras posibilidades mi madre me compraba cada semana ciertos ejemplares de la literatura universal en adaptaciones para jóvenes, que yo “devoraba” ávidamente.

Con el paso de los años fui adquiriendo un gozo selectivo que me permitió conformar a estas nóveles alturas de mi vida una biblioteca cercana a los 10 mil ejemplares… y sumando, y es que ya fuera una novela, un libro de historia, un ejemplar sobre una materia especializada o simplemente poemas, el libro siempre ha sido un excelente pasatiempo dentro de mis actividades cotidianas.

Sin embargo, siempre fui muy reacio en lo que se refiere a leer libros catalogados de superación o los nombrados de autoayuda. Recuerdo cómo a mis escasos 12 años, durante mi primer nivel de escuela secundaria, mi profesora –quien por cierto fue la misma que se encargó de contarme esas fábulas en la niñez y que por extraños vericuetos de la vida ahora era mi maestra en aquella etapa–, nos pidió en la clase leer una obra de un autor por aquellos años muy comercial y difundido entre la sociedad… un autor de best sellers.

No quiero entrar en la discusión porque no es el tema central, pero la definición literatura no forma parte de ese ámbito; también comprendí con el paso de los años que esta clase de libros –que me negaba tan siquiera a hojear– no están interesados en formar parte de la bien llamada literatura universal, ¡no!, su función es otra, no buscan ese nicho.

Tras varios años de buena lectura he obtenido, sin duda, la capacidad de reconocer los buenos libros, hable de lo que hable la obra en cuestión, ya sea novela, prosa, o de “superación personal”  y es que la literatura nos brinda la posibilidad de viajar a múltiples sitios ya sean reales o concebidos desde la imaginación, asimismo la lectura nos permite adquirir conocimiento que sin duda a lo largo de nuestra vida ocuparemos de una forma u otra, o bien algunos ejemplares nos abren una nueva visión para realizar pequeñas modificaciones en nuestras actividades diarias a fin de alcanzar grandes beneficios tangibles como seres humanos a corto, mediano o largo plazo .

Gracias a la lectura podemos adquirir un lenguaje sencillo, fluido y franco e inspirarnos –en algunos casos– para aplicar sabios consejos y probablemente llegar a ser gente de éxito, empuje, confianza y perseverancia.

¡Sí!, la lectura nos brinda un sinfín de posibilidades, nos revela un mundo al alcance de cualquier persona que tenga la capacidad de pensar, la energía para trabajar y la confianza para superar obstáculos que puedan parecer insuperables, y aunque si bien es cierto que los libros no nos brindan en la inmediatez el tesoro con el que de la noche a la mañana seremos hombres y mujeres de éxito, sí nos descubren el camino más seguro para alcanzarlo fomentando una visión crítica y de valores, tan necesaria en nuestras sociedades.

Es así, con este texto, como rememoro mi gusto por la literatura y la buena lectura en el marco del Día Nacional del Libro que se festejó el día de ayer 12 de noviembre.

Fomentar la lectura nos abre la mente y nos afirma los pies para alcanzar sanos objetivos avivando la imaginación, como bien dijera Jorge Luis Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”… infinita.

Jorge Iván Garduño
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