Era el año de 1993 y en Washington, EE. UU., se firmaba un acuerdo de paz entre Palestina e Israel, como una forma de declaración sobre acuerdos provisionales para obtener la autonomía dela Organizaciónparala Liberaciónde Palestina (OLP), misma que reconocía a Israel y su derecho a existir.
Ese mismo año, el director de cine Steven Spielberg, llevó a las salas de cine la historia de los mil doscientos judíos polacos que fueron salvados de morir en el Holocausto por un solo hombre –Oskar Schindler–, convirtiéndose en su mejor película, con la cual ganó seis premios Oscar, incluidos los de mejor guión, película, director y banda sonora.
La lista de Schindler, la épica versión cinematográfica, está basada en un hecho real que se encuentra consignado y documentado en el libro del escritor australiano Thomas Keneally (Sydney, 1935), y que de manera inevitable fue eclipsado por la historia rodada por el cineasta norteamericano; comenzando por el título.
El arca de Schindler (1982), título original de la novela de Keneally, da inicio con una <<nota>> del escritor en la que describe su encuentro casual con Leonard Pfefferberg, uno de los “supervivientes de Schindler”, el mismo que le impulsó a escribir la historia de Oskar Schindler: un industrial, miembro del partido nazi, hombre de enorme astucia y talento para las relaciones públicas.
El libro combina investigación histórica con una reconstrucción imaginativa del complejo y provocativo carácter de Oskar Schindler. En el proceso, Keneally introduce a sus lectores en el mundo de estos judíos condenados por los nazis a una <<vida indigna de la vida>>.
Al mismo tiempo, al tomar la decisión de descubrir el Holocausto, Keneally se adentra en la polémica que rodea al proyecto, no sólo hasta qué punto es <<auténtico>> este retrato de Schindler, sino quién puede prestar testimonio del Holocausto. Entiéndase la controversia literaria sobre quién es El Narrador de El arca de Schindler.
La narrativa de Thomas Keneally refleja, desde un punto de vista crítico, sentimentalismo: su descripción novelística de la historia mediante la vida de un hombre, Oskar Schindler, quien arriesgó su vida para proteger a los judíos que laboraban en su fábrica de Cracovia,la DeutscheEmailFabrik, enla Poloniaocupada por los alemanes.
El arca de Schindler, ganadora del Premio Booker en 1982, es una <<novela>> engastada en el trauma de la memoria europea moderna, un relato que, insiste Keneally, trata de evitar toda ficción.
Ciertamente, todo se ha desenmascarado en este siglo XX, ha mostrado al menos una vez su verdadero rostro, permitiendo palpar la realidad. El soldado se convirtió en asesino profesional; la política, en crimen; el capital, en una gran fábrica equipada con hornos crematorios y destinada a eliminar seres humanos; la ley, en reglas de juego de un juego sucio; la libertad universal, en cárcel de los pueblos; el antisemitismo, en Auschwitz; el sentimiento nacional, en genocidio. En todas partes se trasluce la verdadera intención; los pocos ideales que había, quedaron manchados por la sangre de la cruda realidad. La situación quizá sea tal como la formuló Franz Kafka: sólo nos queda acabar lo negativo; lo positivo ya nos fue dado.
En el libro del escritor australiano, nos podemos dar cuenta (gracias a su prosa vital) del horror que fue el Holocausto para todos aquellos que tuvieran sangre o rasgos judíos, pero lo que no logra Keneally –por lo menos no con todos– es que comprendamos la magnitud del suceso, y no por falta de talento narrativo, más bien por nuestra propia falta de sensibilidad ante la destrucción del hombre hacia el hombre.
Cinco años duró la aparente paz entre los pueblos árabe-israelíes firmada en Washington (1995-1998). El boom del Holocausto continúa dando cintas cinematográficas, libros “espectaculares”, entrevistas y una interminable lista de discursos y disculpas; que sólo se quedan en buenas intenciones.
Las fricciones en Medio Oriente prosiguen, nada ha cambiado. El antisemitismo está más vivo que nunca, sólo que se encuentra políticamente “maquillado”, y a pesar de que los dirigentes no lo acepten abiertamente, hay un odio que va creciendo paulatinamente y al final, por más Oskares Schindler que aparezcan, no serán suficientes.
Thomas Keneally, un narrador fascinado con la reconstrucción de sucesos históricos, como lo hiciera en las novelas Conversaciones del bosque (1975) y Hacia Asmara (1989); una ambientada enla Primera Guerra Mundial y la segunda, describe el conflicto armado de Eritrea, un pequeño y empobrecido país africano de reciente creación al norte de Somalia.
El arca de Schindler, el libro que fue inspiración de una de las películas más elocuentes sobre el genocidio ocurrido en Europa en la primera mitad del siglo XX. La lista de Schindler, la cinta cinematográfica apegada a una realidad descrita en un libro que sobrepasa la imaginación y –dejando a un lado lo propiamente literario– la ficción.
Jorge Iván Garduño
@plumavertical
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